V Encuentro Mundial de Arte Corporal

El V Encuentro Mundial de Arte Corporal se desarrolla durante tres días con una amplia presencia en varias ciudades venezolanas.

Los Espacios Abiertos y la sede Plaza Morelos de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) se preparan para presentar muestras del V Encuentro Mundial de Arte Corporal, evento que se inauguró el pasado jueves 14 de octubre de 2010 en el Teatro Teresa Carreño.

Artistas de cuatro continentes mostrarán, en los mencionados espacios de la Casa de Estudios, así como también en los Museos de Ciencias, Bellas Artes y la Plaza de los Museos, experiencias artísticas que tienen como soporte y lienzo el cuerpo humano, ejemplo de los cual son pinturas y esculturas corporales, tatuajes, rituales de suspensión, performances y modificaciones anatómicas.

En esta quinta edición del Encuentro Mundial se explora el volumen y la mimetización de entorno del cuerpo, en el caso de la pintura. Otro eje temático es el de la formación artística, en el interés por reforzar el concepto de Arte Corporal como herramienta de expresión en distintos ámbitos creativos.

Lucy Mcrae

Bart Hess

El encuentro contará con la presencia de los siguientes artistas: Lui Bolin (China), Angele Diabang Brener (Senegal), Filippo Ioco (Italia); Terry Smith (Inglaterra); la pareja integrada por Verena Stenke y Andrea Pagnes, denominada Vest&Page (Italia y Alemania); Bella Volen y Guido Verhoef (Bulgaria y Países Bajos); Lucy and Bart, producto de la colaboración entre Lucy McRae y Bart Hess (Países Bajos); Lukas Zpira y Satomi (Francia); Craig Tracy (EEUU); Nazareno Tubaro (Argentina); Marianela Orozco (Cuba). Se podrá también apreciar la experiencia de Flesh & Blood (EEUU) y la serie “Tabú” de National Geografic.

Por Venezuela asistirán Teresa Dávila y Gabriela Acuña, Ana Emilia Lyon, Luis Salazar, Maruma Rodríguez y Juan Carlos Vivas, Natalia Molina, Verónica Ramírez, Emérita García y María Jesús Mendible, Carolina Petit, Luz Urdaneta, Efrén Rojas, René Guerra y Ana Chin a Loy, algunos de los cuales forman parte de la comunidad universitaria de UneArte.

Este Encuentro Mundial es producto del esfuerzo conjunto del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de sus entes adscritos: El Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio (Iartes), la Fundación Museos Nacionales a través de los Museos de Ciencia y Bellas Artes y el Ministerio del Poder Popular para Educación Universitaria a través de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, Unearte.

Sábado 16 y domingo 17, la gran fiesta artística de la semana en el corazón de la zona de Bellas Artes.

Fuente: Unearte.com

Fernando Vallejo sigue escribiendo sobre la muerte

en su nueva novela El don de la vida

En días pasados, a finales del mes de marzo, Fernando Vallejo estuvo es Colombia promocionando su nuevo libro El don de la vida. Estuvo en la Universidad Nacional, estuvo en Medellín y también habló con varios periodistas y en todas partes dejó un reguero de escandalosas afirmaciones.

Dijo, por ejemplo, que Jorge Luis Borges, «…era un güevón y todos lo saben”. Que García Márquez también es un “güevón inflado que adula al dictador más despreciable de América Latina: Fidel Castro.”, y siguió despotricando de políticos, religiosos y hasta de sí mismo, armando más barullo que un árbitro distraido en un partido del mundial.

El don de la vida trata sobre la bendición de la muerte. Es la suma de mi experiencia y el tercero sobre mi muerte. De eso escribo ahora, explicó en una de las conferencias donde estuvo como invitado.

En esta nueva novela, editada por Alfaguara, Vallejo -o el personaje que narra la historia, entabla un diálogo con la Muerte, en mayúsculas, como si fuera un personaje de carne y hueso. “Sentados en una banca del parque Bolívar, de Medellín, los dos pasan las horas completando un largo listado de personas fallecidas y compartiendo opiniones sobre muchos temas, como si fueran unos viejos compadres. La Iglesia, el sexo, la política, la familia, el idioma, Medellín, Colombia, la vejez, el pasado. El Vallejo de siempre, igual de rabioso, igual de franco, aparecen en este libro que, sin embargo, está escrito en una forma que hacía rato no empleaba el autor antioqueño: el diálogo”, explica María Paulina Ortiz, a quien el autor de La virgen de los sicarios confesó: «Vivo por inercia, solo pienso en la muerte, pero no en la de los otros, eso me tiene sin cuidado. La única muerte que me interesa es la mía”.

El desaliento como una filosofía existencial marca la conversación y la literatura de Vallejo, quien expresa “Ahora no sé qué voy a hacer porque tengo la vida tan vacía, pero tampoco me daré un tiro. Mejor, de pronto escribo dos libros pero de la muerte, no se me ocurre nada más, porque a mí la vida me sale sobrando».

Tampoco Medellín escapó a la crítica de Vallejo, tras pasar una temporada lejos de su casa en México: «Lo único que me queda claro hasta ahora es que esta es una ciudad de mendigos y acuchillados», le dijo a Juan Fernando Rojas, corresponsal de El Diario El Tiempo, en Medellín.

A sus 67 años, para este escritor los únicos recuerdos que conserva son todos luminosos y la prueba es que han vivido en su cabeza, mientras otros se borraron. Y poco queda de lo que aún está anclado a su memoria: «Me siento como si estuviera en un mundo que no es el mío».

Y remata Vallejo diciendo que : «… ¡Y cuál patria, a ver, de cuál hablamos! ¿De Colombia? Colombia es un matadero, el campo mejor minado para la Muerte».

Tras la diatriba de Vallejo, es claro que muy poco lo ata a este mundo. No en vano, la última palabra que escribió en El don de la de vida no puede ser otra: muerte.

‘A mí la vida me sale sobrando’

María Paulina Ortiz escribió para el Diario El Tiempo de Bogotá una estupenda entrevista, de la que tomamos estas respuestas: Al terminar de leer la novela “uno puede pensar que el don de la vida para Vallejo es poder morirse, luego le preguntó al escritor ¿El título del libro termina por ser una ironía?

«Sí, es un título irónico. La vida es una desgracia. Entiendo la muerte como un alivio».

«La lengua española se putió», escribe. ¿Tan malo ve el estado actual de nuestro idioma?

«La lengua española perdió toda su expresividad y su gracia, y hoy no es más que un pobre adefesio anglizado. Ojalá que se acabe también. Total, ya ha durado mil años. ¿Qué más quieren?»

Ha afirmado que no lee un libro desde hace 25 años. ¿Qué libros quedan en su biblioteca?

«¿Libros? Un diccionario viejo de la Real Academia y párele de contar».

Uno siente que sus novelas son el resultado de manuscritos salidos de un jirón y sin barreras. ¿En su trabajo hay mucha revisión, mucha reescritura?

«Ninguna. No releo lo que escribo. Por eso los libros míos están llenos de repeticiones y contradicciones. Pero así los dejo. No les cambio ni una coma. Lo que sí no me quedan es lo suficientemente caóticos para que me reflejen a mí».

¿Qué le genera un libro cuando lo termina? ¿Qué siente hoy por El don de la vida, por ejemplo?

«Para mí terminar un libro es como una eyaculación de diez minutos en ralentí, fantástica, ‘inmarcesible’, como diría Núñez».

A finales del año pasado usted dijo que esta sería su última novela. ¿Es su despedida de la novela como género o de la escritura en general?

«No: es simplemente el tercer libro que escribo sobre mi muerte. A ver si logro escribir el cuarto. Entre fantasmas y La Rambla paralela no me quedaron bien. Ni este tampoco. Con mi muerte soy exigentísimo. Espero escribir siquiera cinco más sobre este mismo tema a ver si le atino».

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